COMPENDIO.

Se me había hecho tarde.

20100525
Una de esas veces, en las cuales estaba tratando de despejar mi alma en estas calles solas, donde los pasos hacen sonidos huecos que rebotan en los recovecos de las esquinas y hacen tumultos de vacío. Estuve yo mirando por doquier, por que también se me había hecho tarde y tenía en la garganta el sabor de "valiendo verga" y temiendo a correr por lo mismo de los ruidos.

Volteando al cielo y de regreso al horizonte, contemplando, mirando y observando, El miedo me privaba, pensaba yo que ya no iba a regresar. Pensando en el yo y en el nadie, por que temiendo que alguien se me aparezca y me cobre las de San Judas-- necesito llegar a mi casa.

Insufrible el hecho de que estar solo se me haga tanto de a pánico. El no estar seguro es lo que a veces me hace de a sonata en la taquicardia y me duela el estómago de tanto pensar. Oliendo a lo lejos un cabrón de fumos y oyendo a lo más lejos una bachata pegadiza, se me vino la luz a la cara, los autos de la Bernal.

Ya más tranquilo, pensando en ver más gente, me pintaron huevos los santos del cielo, por que era solo un hombre con un habano y un auto con las cuatro abiertas y con los faros a todo lo que da. Ya me daban las del temblor. No sabía que eso podría pasar, yo estando tan intranquilo y con eso me hacía más que dudar.

"No mires al pendejo, hazte güey y sigue tu brecha" pero mi mente sabía que le iba a traicionar, con los ojos de a cabizbajo y mirada penosa, que le miro al hombre, que ya la mirada me había fijado. No tenía mucho que darle, así que como ya se ponen de pendejos, hasta las nalgas me va a pedir.

Corriendo me fuí y el tipo corrío de igual, pero a su carro metido, y así con puertas abiertas, dio el volantazo y me empezó a seguir.

"¡Pinche Dios! ¡Si existes déjame encontrar camino!" Pero nada, sólo la bachata pegadiza resonando a mi nuca y el sudor recorriendo hasta mis manos y con gotas de a Lulú fría en mi frente. Ya valí madres.

Sintiendo el frío de la placa en mis piernas, me dejé caer, pero pues por suerte, que se yo, o quizá y Dios si responde a los pincheos, no sentí ningún dolor, bueno, es más, ni sentí. Oí como se detuvo en seco el pendejo aquél, y salió del carro.

Me dijo sin dolo, con un lugubre acento, de esos que los viejitos cocones tienen:

"¿Que haces tan tarde en estas calles, culero?"

Y con el miedo en la garganta y los tanates echos un nudo, le respondí con quemiste de temores que se me había hecho tarde. Andose yo en una fiesta y salí pa pedirme aire fresco. Y ya a mi casa quería yo ir.

De a dos pasos el aquél llego a mí, me miro a los ojos y con el cigarrote en mano, atino a mi frente, quemandome la piel, pero ningún grito de mí salió.

"Regresate con bien, que mañana te vuelvo a ver"

Subiendose al carro, me rodeó y se fue, las luces se volvieron a prender y las putas y los hombres de las calles ví salir. Me tomó veinte llegar a mi casa, dos en postrarme en la cama y mitad de uno el ver al reloj. Pintaban las cuatro de la madrugada y yo en baños de sudor.

Pasó mi fin de semana, para el lunes me tuve que partir a la facultad. Platón aún veía y no tenía mucha fuerza para resistir. Saliendo de clases, sacando mi cigarro, recordando que ese pendejo me había hecho algo en la frente, cuando toque para sentir cicatriz, no tope con nada, solo con el mismo pinche sudor que en el salón el calor me hizo sentir.

Doblando para Insurgentes, la misma bachata a lo lejos percibí, toda la avenida, más vacía que los bolsillos de un pordiosero. Y a lo lejos, el mismo pinche Chevelle, con las mismas pinches cuatro puertas abiertas, se detuvo a unos setenta pasos de mí, así , a las tres-cuatro de la tarde, me echó las altas y el radio a todo volumen y el hedor a puro.

Lentamente le dí la espalda y a los pocos pasos de mí, escuché con el mismo tono maldito de antes, unas palabras que siempre tendré en mente:

"Mañana te vuelvo a ver."

Antes de diecisiete, hoy de cuarenta y tres y la misma pinche historia, desde aquel ayer. Un pachuco con Chevelle con su "a lo lejos te veo venir" a todo volumen y con el olor de cigarro en el aire. Antes temía del "mañana te vuelvo a ver", por que por veintiseis años se me hizo costumbre oír, que la gente se esfumara y volviera a aparecer de la nada, hoy temo por que no me lo tope y si me lo topo, no me diga nada, por que siento que es el diablo y que a mí, me tiene un trabajo por decir.

- Filoso

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